martes, 29 de diciembre de 2015

QUERIDOS ABUELOS Y ABUELAS

Queridos abuelos y abuelas:
No hace falta que os diga lo mucho que os echo de menos, el calor y el cariño que desprende un abuelo no es comparable con ningún otro, el de los padres es distinto, igual de bonito pero distinto.
Distinto, por desgracia, era el momento en el que en el autobús os levantabais los primeros, y si hacía falta me hacíais levantar, para cederle el asiento a alguna mujer embarazada o, a alguien que parecía que tenía más necesidad de descansar en aquel momento que nosotros.
Nosotros, bien me lo enseñasteis a fuego, éramos unos afortunados y siempre había alguien que necesitaba más las comodidades que un estado social proporciona; no os gustaba molestar, siempre me decíais que eso era de jóvenes, que ,más mal o más bien, habíais pasado vuestra juventud y ahora le tocaba a la juventud disfrutar y a vosotros preocuparos por ella.
Ella, esa juventud y sociedad, jamás podrá devolveros esa mentalidad de sacrificio y esfuerzo que teníais y, que pocas generaciones después os dejaron en el olvido.
Olvido, por suerte, es lo que no hago cada día cuando veo que años después, esos jóvenes por los que os sacrificasteis, se hicieron viejos y se pegan por coger un asiento en el autobús, te fríen a codazos por un plato de comida que regala alguien en un acto populista, van al gimnasio y se creen que la taquilla, máquina y carril de la piscina es suyo, van a la biblioteca y se esconden la prensa, una debajo de la otra, para que el resto no la lea antes que ellos...
A ellos, no les debo el continuo recuerdo, eso ya lo hago yo sólo, pero sí les debo la oportunidad que me brindan todos los días de hacerme ver lo humildes y buenas personas que erais, cosa que igual algunos de ellos, hoy en día, no pueden decir.

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