Hace muchos siglos, cuenta la leyenda o, no sé bien quién, que había un temible pirata sin escrúpulos que surcaba los mares, no sé si del sur o del norte, en busca de tesoros, y que bailaba cuando otros barcos conseguía abordar para al final hundirlos.
Hundirlos, no sé si era vuestra intención, pero más de un ciudadano tardará en olvidar esa imagen que se abalanzaba sobre él, mientras alguno aún no había conseguido reponerse por completo del baile del candidato al lugar que quiere ser país y, dicen tener a "Dios" perdiendo el tiempo chutando un balón, con la de necesitados que hay; de tal manera, al ciudadano, le abordó la mira otro baile.
Baile, que como diría aquel cantante latino, ritmo le sobra, pero por mucho que baile igual más bailamos los demás después de diciembre.
Diciembre parece que puede ser un buen mes, ya que octubre alguno lo ha fastidiado con su baile, así que a riesgo de que algún alma libre (no lo quiera nadie que pase) te compare en escrúpulos con aquel surcador de mares, a la siguiente, te digo con cariño, medita bien con quien bailas porque aunque la audiencia manda, manda huevos que no escojas mejor a tu compañera de baile.
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